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Mostrando entradas de mayo, 2010

Hoy elegimos equivocarnos

Obrar desacertadamente. Errar. Equívoco. No cumplir con lo que se debe. Drae. Trabajo como correctora de estilo en un periódico. Mi maestro lo llamó un trabajo humilde. Supongo que es así, que tenía razón. Trabajo con lo que me enseñó mi viejo cuando corregía mis álbumes de Ciencias Naturales (cuando puso la h en zanaoria ) y con los manuales que llené en el colegio y en la universidad. Y leer, leer, sobre todo amar leer. Este es un trabajo en el que todos se pueden equivocar menos nosotros: los correctores. Nos pagan para no equivocarnos. Nosotros, los correctores de estilo, limpiamos el ripio de los redactores. Como quien pule pisos. Procuramos ver la lógica y estética. Somos unos degenerados que no soportamos los errores de ortografía en los rótulos de la calle, odiamos que la gente diga pienso de que... porque ese de es un error gravísimo que se llama dequeísmo. Lo más fatal para nosotros es una coma entre el sujeto y el predicado. Eso es matar una frase. Detestamos irremedi

Yo me asumo

Asumir.(Del lat. assumĕre). 1. tr. Atraer a sí, tomar para sí. 2. tr. Hacerse cargo, responsabilizarse de algo, aceptarlo. 3. tr. Adquirir, tomar una forma mayor. Una vez escuché al maestro Don Paco decir que a tal chico le faltaba asumirse. Pensé que era una de esas frases al aire. Pensé que tal chico era distraído o que no le interesaba mucho la clase. Pero no, Don Paco se refería a otra cosa. He tardado, pero aquí estoy. Hoy me hago cargo de mí, de mis pasiones, mis deseos, mis esperanzas, mis desaciertos, mis malas decisiones, mi manía por no equivocarme, mis desvelos desperdiciados, las palabras robadas, de mis historias... las de hoy y las que haré. ¡A la mierda con todo! No pido disculpas. Solo me asumo.

El taller con Don Paco

Sobrevivir a una clase de don Paco era una tarea titánica. Daba golpes de ternura y flechazos vivificadores con sus palabras exactas. Para salir bien librado nunca fue suficiente ser bueno, era necesario ser obrero. Escribir bien lleva mucho trabajo, chicos, nos decía. Y tenía razón. Esa era la ley del maestro: escribir es 10% inspiración y 90% transpiración. Este es un oficio de muchísimo esfuerzo, muchachos. En su ejercicio de diagnóstico dijo que escribieramos lo que nos viniera en gana, y yo redacté sobre cuando salíamos en bicicleta con mi padre. Entregué orgullosa mi hoja. Estaba feliz, en mis aguas. A la semana siguiente… ¡Oh, no! En la página se dibujaba un menos cero punto seis. Es decir, yo le debía seis centésimas para tener cero. Era un desastre total. Pero Don Paco no lo dejó así. Nos metió la historia del gato Solovino, que nos dio ternura. En la clase vimos Billie Elliot para entender qué era eso de la vocación. Llenamos manuales enteros de ortografía, y los qu