Escribe inflexible y claro sobre lo que duele
Ernest Hemingway
Hoy vi de nuevo sus ojos llorosos. Vi cómo gritaba. Vi cómo
maldecía tu aparición. Y lo sé, sé que no sentía esa amargura que reflejaba su
ceño fruncido y su naricita enrojecida por las lágrimas. Sé que sus palabras de
furia eran momentáneas y sé que en su corazón la bondad y la belleza son su
fuente inagotable.
Lo que no puedo olvidar fue cómo rodaban sus lágrimas y le
mojaban la capa de superhéroe que una vez más le desgarraste. ¿Por qué luchar
contra la fantasía? ¿Qué necesidad hay de cortarle sus alas? Tus quejidos y
amargura lo envolvieron esa tarde.
¿Qué del encanto de las fantasías? Una vez más tus palabras
crueles y sin explicación cayeron como una nube cargada con plomo y asfixiaron
a los que ahí había. La bruma que soltaste se llevó las risas que ese día ese
niño había sembrado. ¿Por qué?
¿Cuánto del desencanto se queda para siempre? ¿Cuánto de las
palabras sombrías y las reglas sin razón se afincan en nuestras almas y nos
roban la alegría? ¿Es posible que los otros tejan otros mundos que no toleras?
¿Por qué gritar? Eso hiciste aquella tarde en la que enviaste a aquel ejército
a que nos callara los cuentos, a que nos mutilara las fantasías, a que nos
volviera uno más de los que ya existen… Sé que eres otro, pero hace tanto que
no lo veo. ¿Dónde está ese niño que fuiste?
Recuerdo su ceño fruncido y sus palabras amargas. Se
parecían a las tuyas. (Y tú no eras así, yo recuerdo otros mundos que juntos
creamos. ¿Se han desvanecido ya?) Sin embargo, el pozo infinito en el que
reposa su alma no se llenará jamás de tus reproches, ni de tus reglas ni de tus
recetas de vida. He visto su alma y ya ha empezado su camino. He visto cómo
teje libertad y pensamiento. He visto cómo se ha asumido y es asombroso mirar
cómo sus fantasías y sueños lo elevan hasta lo más alto de la felicidad.
Sobre su capa de superhéroe se resbalan las lágrimas que
hiciste brotar hoy. Se resbalan y caen, pero no siembran rencor. No. Su
infinito pozo de bondad se llena de juegos y fantasías que tejemos a escondidas
y pronto, muy pronto, expandirá sus alas y no podrás detener lo que ese niño
inquieto es. No podrás arrinconarlo y aleccionarlo porque él es bueno. Y es
bueno de las maneras en las que no puedes dimensionar… o no quieres.
Y me sorprende saber que has visto la luz, que con el hombre
bueno que nos dio la vida tuviste el cielo en tus manos y no lo emulas. No lo
imitas y es una lástima que tu corazón haya construido cárceles. Es una lástima
que los moldes de lo que dices que es bueno solo tengan medidas absurdas. Es
terrible vivir en este estado de complacencia imposible de otorgar. Es triste
sentirse paria.
Pero no lo es. Las palabras son semillas que crecen en este
pozo infinito que la vida ha otorgado para los que las preguntas y la duda son
el norte. Y el niño, ese, el de las lágrimas, ha dudado… y su duda lo llevará a
los confines del entendimiento. Lo ha transportado ya a otro sitio al que te
has negado ir. ¡Oh, cuánta ceguera se desprende de tus palabras! ¡Cuán ruin
fuiste!
Pero me retiro de la plaza de los reclamos. Ciego es ese
camino. Yo también te he querido y desde la distancia disfruto los aciertos en
tu camino y me aparto como quien sabe apartarse del dolor. ¿Hará él lo mismo?
¿Llegará el día en el que elija tomar otro sendero para no dejarte un saludo?
Lo dudo, no lo hará porque su infinito amor te envuelve… y lo sabes… ¿Y aún así
cercenas sus fantasías? ¿Acaso en tu mundo no caben otras respuestas? ¿Por qué
niegas las razones, por qué me esquivas la mirada? ¿Por qué me tratas como se
le trata a los indeseables?
¿Soy yo tu rencor vivo? No podré vivir jamás en el mundo de
las aprobaciones vacías. No he hecho nada malo y no he sido una mala persona.
Es tan solo esta manera mía de cuestionar… y él también lo hace. Y eso, lo
llevará más lejos que cualquier molde etéreo e inconstante.
El niño de las lágrimas tiene un corazón fuerte, es un
corazón de león, de lobo, de fiera. Es un corazón fuerte que sobrevive y
anhela. Las lágrimas caerán de nuevo y crecerá sin nosotros porque solo somos
un eslabón de esa vida inmensa que ya abraza.
Veo con ansias en momento en el que su mano abandone la mía
y no porque no me ame, sino porque su voluntad es tan fuerte y despierta que
mis anclas, mis miedos y mi estupidez no podrán retenerlo. Veré cómo sus alas
se extienden… Veo que ya lo hacen… ¿quieres ver cómo vuela la fantasía? Mira
sus ojos y déjalo ir. Cállate. Deja de gritar. Solo déjalo ir.
Entonces ese sabio anciano que en realidad era un niño que se parecía a sí mismo dejó de mirar el agua, ahí donde había un reflejo de ese adulto en el que temía convertirse.
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